MI BURBUJA
Hay días en los que me gustaría cerrar los ojos deseando que todo desapareciese a mi alrededor, y al volver a abrirlos que mi deseo se hubiese cumplido.
Ahora solo quiero vivir en mi propia burbuja, donde me siento segura, donde nadie puede molestarme con su sola presencia. Me gusta sentirme a salvo de la estupidez humana irreversible que amenaza con extenderse entre toda la población del planeta.
No tengo miedo de quedarme sola, al fin y al cabo es como he estado siempre; soy de naturaleza asocial y la mayoría de las veces la compañía es mas una molestia que un consuelo. Intento rodearme de gente que me llene de manera espiritual, no busco gente con los mismos gustos que yo ni un alma gemela… solo personas con las que sentir paz las pocas veces que busco alguien con quien hablar.
Echo de menos conversar horas y horas, hablar de cualquier cosa, perder la noción del tiempo hasta que te das cuenta de que ha vuelto a salir el sol e interrumpes la conversación para intentar explicar el amanecer.
Echo de menos sumergirme en un buen libro, notar como las paredes de mi habitación van desapareciendo, mientras mi ancla al mundo real es un ligero roce de pierna o una mano acariciando mi espalda.
Echo de menos la locura transitoria, las risas de quien es consciente de ser un bicho raro y disfrutar de ello. Hacer de un día cualquiera un carnaval y de una palabra un mundo.
Me gusta mirar hacia el pasado buscando solo las cosas buenas, rememorar instantes que hasta ahora no podía catalogar de felices. Debido a las circunstancias intento recordar momentos con mi padre que no supe valorar en su día y evito pensar en todas las veces que me he enfadado con él.
Recuerdo las partidas de palas en la playa en las que acabábamos los dos exhaustos y con una sonrisa de oreja a oreja, los días de practicas con el coche en las que creía que él no tendría suficiente paciencia conmigo, los paseos por Sitges cuando la pequeña Meiko solo quería ir cogida de la mano de su papa…
Es una lastima que solo la enfermedad haya liberado a ese padre cariñoso que siempre quise tener y haya hecho de mi una persona mas cariñosa (también) y mas cercana a la familia.
Este fin de semana realmente me he sentido a gusto con mi padre, intentando que el se sienta bien. He hecho pluriempleo: de secretaria, ya que alguien se tendrá que hacer cargo de los asuntos de la comunidad de vecinos (mi padre es el presidente) y me estuvo explicando como funciona todo eso; de masajista, porque le relaja mucho que le de masajes en los pies; de fisioterapeuta, ejercitando la mano izquierda que se le esta quedando algo inútil; auxiliar de enfermería, ayudando a mi madre a ponerle el suero, limpiando la sonda gástrica, poniendo alguna inyección…
Y me costó tanto irme ayer, sabiendo que cualquiera podría ser el último fin de semana juntos…
Ahora solo quiero vivir en mi propia burbuja, donde me siento segura, donde nadie puede molestarme con su sola presencia. Me gusta sentirme a salvo de la estupidez humana irreversible que amenaza con extenderse entre toda la población del planeta.
No tengo miedo de quedarme sola, al fin y al cabo es como he estado siempre; soy de naturaleza asocial y la mayoría de las veces la compañía es mas una molestia que un consuelo. Intento rodearme de gente que me llene de manera espiritual, no busco gente con los mismos gustos que yo ni un alma gemela… solo personas con las que sentir paz las pocas veces que busco alguien con quien hablar.
Echo de menos conversar horas y horas, hablar de cualquier cosa, perder la noción del tiempo hasta que te das cuenta de que ha vuelto a salir el sol e interrumpes la conversación para intentar explicar el amanecer.
Echo de menos sumergirme en un buen libro, notar como las paredes de mi habitación van desapareciendo, mientras mi ancla al mundo real es un ligero roce de pierna o una mano acariciando mi espalda.
Echo de menos la locura transitoria, las risas de quien es consciente de ser un bicho raro y disfrutar de ello. Hacer de un día cualquiera un carnaval y de una palabra un mundo.
Me gusta mirar hacia el pasado buscando solo las cosas buenas, rememorar instantes que hasta ahora no podía catalogar de felices. Debido a las circunstancias intento recordar momentos con mi padre que no supe valorar en su día y evito pensar en todas las veces que me he enfadado con él.
Recuerdo las partidas de palas en la playa en las que acabábamos los dos exhaustos y con una sonrisa de oreja a oreja, los días de practicas con el coche en las que creía que él no tendría suficiente paciencia conmigo, los paseos por Sitges cuando la pequeña Meiko solo quería ir cogida de la mano de su papa…
Es una lastima que solo la enfermedad haya liberado a ese padre cariñoso que siempre quise tener y haya hecho de mi una persona mas cariñosa (también) y mas cercana a la familia.
Este fin de semana realmente me he sentido a gusto con mi padre, intentando que el se sienta bien. He hecho pluriempleo: de secretaria, ya que alguien se tendrá que hacer cargo de los asuntos de la comunidad de vecinos (mi padre es el presidente) y me estuvo explicando como funciona todo eso; de masajista, porque le relaja mucho que le de masajes en los pies; de fisioterapeuta, ejercitando la mano izquierda que se le esta quedando algo inútil; auxiliar de enfermería, ayudando a mi madre a ponerle el suero, limpiando la sonda gástrica, poniendo alguna inyección…
Y me costó tanto irme ayer, sabiendo que cualquiera podría ser el último fin de semana juntos…
5 Comentarios:
animo tia..... y aprovecha bien los momentos con el
:*
No pienses en lso días que quedan sino en aprovehcarlos al máximo... Haz que se sienta bien y tu también te sentirás así... Ahora te necesita más que nunca.
Ánimo meiko! ^^
Precioso post, animate y sé fuerte princesita, qué ganas no te faltan...y por aquí hay muchos hombros, y manos para levantarte si crees que no puedes más, y vas a caer..
Besitos princesa!
q lástima q no hayas escrito más, pq cada imagen q has descrito me ha transportado a aquel lugar cálido donde tan solo algunos pocos escritores consiguen llevarme. felicidades!
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